Hoy me
permito el lujo de citar un fragmento de Carlos Ruiz Zafón en el cual se
ilustra muy acertadamente una de esas enfermedades que parece nunca podrán ser
erradicadas, y que por desgracia también se encuentra extendida y arraigada a
lo largo y ancho de la geografía española, siendo casi tradición.
“- La
envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las
inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y
les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes
y que las puertas del cielo sólo se abrirán para los infelices como ellos, que
pasan por la vida sin dejar más huella que sus trapaceros intentos de hacer de
menos a los demás y de excluir, y a ser posible destruir, a quienes, por el
mero hecho de existir y de ser quienes son, ponen en evidencia su pobreza de
espíritu, mente y redaños. Bienaventurado aquel al que ladran los cretinos,
porque su alma nunca les pertenecerá.”
(‘El juego
del ángel’, Carlos Ruiz Zafón)
Otro punto
más que añadir al envidiable (nunca mejor dicho) currículum de valores que poco
a poco va forjando con el paso de los años esta nueva sociedad moderna con otra
escuela diferente, donde la honradez, la nobleza y la humildad parecen no tener
cabida, donde reina la codicia, el desinterés es un exiliado, ayuda es una
palabra hueca y quien no roba papel de colores es sólo porque no puede.